Deseamos recompensas emocionales, amistad, juegos, sexo, afecto, que nos cuiden, que formen un hogar, que nos den de comer, que nos provean con familia (una tribu propia), seguridad a largo plazo.

Los hombres acumulamos mucho más daño a lo largo de nuestra vida.

A nosotros no nos importa otra cosa sino el sexo hasta el momento en el que nos casamos, y después de eso nos importan muchas otras cosas más.

Las mujeres pueden llevar listas de miles de cosas en el pasado cercano y el presente.

Los hombres no funcionamos de esa manera. Nosotros los hombres llevamos una lista de seguimiento de ciertas cosas y con cierta distancia y a futuro. Esta es la diferencia entre hombres y mujeres.

Los hombres nos especializamos y las mujeres generalizan.

Nosotros pensamos a manera de gaveta en un gavetero. Una gaveta abierta a la vez.

Las mujeres son capaces de pensar virtualmente en forma de interrupciones incontrolables.

La mujer considera al cuidado emocional del hombre como una especie de “trabajo” o “costo” pero  un hombre ve todo lo que hace distinto a vivir con algunos hombres en una cueva, a irse de cacería, y jugar con herramientas para obtener afecto, cuidado, sexo y el estatus social que otros hombres exigen de él a cambio de depositar en él su confianza.

Los hombres están al tanto que la vasta mayoría de ellos son desechables desde el punto de vista evolutivo, caso contrario ocurre con las mujeres. Estamos al tanto de que si conducimos experimentos que vayan en contra de la realidad y las mujeres nos seleccionan para afecto del tipo sexual. La reproducción depende de nuestro éxito como individuos de una manada. Los hombres estamos al tanto de nuestras oportunidades reales – y que la mayoría de nosotros no somos tan buenos. Estamos al tanto de que el costo de la especialización significa que los hombres varían mucho más en habilidad y capacidad de ser deseados que las mujeres.

Eso significa que muchos de nosotros debemos arriesgarnos de forma extraordinaria  y acumular daño celular para obtener acceso a cualquier mujer, para podernos reproducir y para que nos cuiden.

La testosterona que nos hace diferentes mata a todos los hombres eventualmente. Es un veneno mágico. Un intercambio faustino con el diablo. Nosotros maduramos más lentamente, llegamos a nuestro pico después, acumulamos más daño y morimos más pronto. Nosotros estamos al tanto de esto. Por esta razón buscamos cuidarnos mucho después de cumplir cuarenta años.

Por estas razones los hombres buscan producir un orden meritocrático más diverso con tantas oportunidades para demostrar éxito al escalar la cúspide de la dominación jerárquica lo más posible. Esta es la razón por al cual la diversidad incrementa las tasas de crimen, de violencia y de tensiones políticas: los grupos son demostrablemente mejores y peores al escalar las cúspides de la dominación jerárquica en el mundo moderno. Mientras tengamos mayor riqueza, nos es más difícil ganar suficiente para mantener a una mujer y a sus hijos a cambio de sexo y afecto.

Los hombres queremos que las mujeres nos expliquen el mundo de las emociones a nosotros. Que nos expliquen las preocupaciones de otros a nosotros. Que nos den ideas de dónde y a dónde no aplicar nuestros distintos tipos de “fuerza”.

Buscamos reconocimiento de que nuestra necesidad sexual es física, en la misma magnitud y escala de la necesidad femenina de tener seguridad.

Buscamos que entiendan que estar “recordándonos las cosas” es fastidiarnos, y que fastidiarnos ha evolucionado de forma tal que las mujeres pueden entrenar a los niños. Cada vez que le recuerdas a un hombre algo, es el equivalente de decirle a una mujer “que está muy gorda para usar ese vestido”. Esto siempre es así.

Los hombres sufrimos los insultos más fácilmente que las mujeres. Pero los insultos siguen siendo insultos y siguen siendo igual de destructivos todo el tiempo.

A los hombres no se les entrena “recordándoles las cosas”.

A los hombre se les entrena con recompensas.

No es que no nos importe, no es que no podamos ver las cosas de la misma manera que las mujeres. De la misma forma que las mujeres (aunque no les guste reconocerlo o admitirlo) son ciegas a lo que nosotros vemos: A la política como un sustituto de violencia con otros hombres, para que nuestros genes puedan sobrevivir en el futuro en mejores condiciones que las del presente.

Mujeres: pensad en todas las cosas pequeñas que puedes hacer para hacer que tu hombre sea exitoso. Los hombres somos como los perros que traerán una pelota que les tires hasta que nos caigamos muertos. Pero al igual que los lobos, respondemos violentamente a órdenes o a la culpa.

Los hombres no somos sustitutos ni reemplazos de las mejores amigas de las mujeres, no ayudamos a crear nidos, no somos hijas de mayor edad, ni somos madres ni hermanas. Los hombres somos hombres. Los hombres competimos con otros hombres para obtener el estatus necesario para hacernos atractivos a otras mujeres, que nos cuidan a cambio de proveerles y trabajo.

Los hombres queremos que las mujeres limiten severamente sus urgencias de crear un nido a aquellas cosas que sean productivas y no que consuman recursos.

El consumismo femenino es una forma distinta de alcoholismo. Limita el juego de tu hombre a aquello que te provea con ganancias para él y su familia. Todo lo demás es extender su infancia. Haced lo mismo para los hijos varones que tengáis.

Hacer que los niños se queden sentados y quietos como niñitas les provoca un daño cerebral irreversible. Hacer de los niños seres tímidos y poco agresivos tiene el mismo efecto. Los hombres competimos por dominación jerárquica. Las mujeres se hacen la vida más fácil con la crianza al hacer que los niños se comporten de la manera anteriormente descrita. Tienen a un niño dócil, pero es un lisiado de por vida.

¿Que clase de hombre quieren criar las mujeres modernas?

¿Un tipo que vive sentado en su sofá jugando videojuegos, masturbándose de forma compulsiva con (((pornografía))) y viendo televisión? Si tienes un hombre así, la culpa es de la madre. Su esposa le culpará por lo mismo. Y después de cuatro generaciones tus genes se habrán dispersado y habrán desaparecido. ¿Por que? Porque los hombres fuertes derrotamos a los débiles, y los hombres débiles son producto de las mujeres débiles.

Las exigencias a los hombres que son buenas: Si duermes, te dan de comer, te visten y te folla una buena mujer. Necesitas ser fuerte, hacer buen ejercicio, competir y cooperar con otros hombres, y producir bienes a largo plazo para la familia. Fin de la historia.

Las mujeres se han apropiado de los trabajos “fáciles” en la sociedad al llevar a los hombres a roles de competencia más elevados, en donde es más dificil “integrarse” al equipo y es más difícil para que los hombres que evolucionaron para especializarse se integren a otros equipos. Esto quiere decir que hay menos oportunidades para que los hombres sean exitosos.

Ya no trabajamos en grupos que en donde nos aseguramos el uno al otro como lo hicieron los obreros de antes, los artesanos, en aquellas villas, compañías, gremios y ejércitos. Cada hombre ahora es más vulnerable que antes, y está menos “asegurado” por otros hombres. Su estrés emocional es alto pero no puede entender el por qué.

Así que ¿Que significan estas cosas? Significan que los hombres deben sentir que no pueden fallar y caer en la jerarquía de la dominación y perder su capacidad de obtener cariño, sexo y cuidado por parte de una o varias mujeres.

Generalmente hablando, cuando hay un excedente de hombres que se sienten así, las civilizaciones pasan por guerras civiles y colapsándose. Porque se requiere de un porcentaje muy ínfimo de hombres que estén dispuestos a alterar el orden establecido para derrocarlo.

Los hombres evolucionamos para escalar una escala de dominación jerárquica y las mujeres evolucionaron par asentirse atraídas al punto más alto de esa jerarquía para que puedan obtener control sobre la reproducción, provisión y entretenimiento por parte del hombre con el que están.

Poco tiene que ver el amor con todo esto.

Los hombres somos criaturas absurdamente sencillas. Simplemente no podemos ver, escuchar, oler, intuir, sentir o pensar todas las sutilezas sobre los humanos que las mujeres si pueden, así que tenemos más tiempo para dedicarle al aprender cómo funciona el mundo físico y hacemos del mundo, un mundo de hombres, nos especializamos, y competimos por nuestra capacidad de entendimiento y uso del mismo.